Técnicas que te ayudarán a planificar y estructurar los textos en las redes digitales. Francisco Javier Cervigon Ruckauer

Ahora que ya nos hemos familiarizado con los elementos esenciales de la redacción en internet y con las herramientas para ponerla en práctica, llega el momento de ponerse manos a la obra: ¡a escribir!
Pero, ojo, verás cómo no te resulta fácil: en el proceso de escritura, la primera dificultad te espera antes incluso de pulsar la primera tecla. Se produce en el momento en que decides qué vas a contar y qué estructura le vas a dar. En realidad, la tarea de escribir es fácil: es un acto mecánico que, si utilizas un teclado, consiste en mover tus dedos con orden y velocidad sobre las teclas. Tac, tac, tac. Simple.
La verdadera dificultad de la escritura es mental: consiste en pensar qué vamos escribir. Obviamente, yo no puedo enseñarte a pensar. En cambio, sí puedo darte algunas pistas para que plasmes tus ideas en un texto de manera eficaz. En esta unidad trataremos sobre esas técnicas que te ayudarán a planificar y estructurar los textos en las redes digitales.
3.1. Precomposición textual
La redacción de cualquier texto respeta ciertas etapas. Por más que la veteranía permita a algunos escritores improvisar un buen texto en un instante, lo cierto es que la composición de un texto siempre lleva aparejadas tres fases principales: la precomposición, la redacción y la revisión. A veces estas etapas se solapan entre sí, pero existen.
Como hemos visto en la unidad anterior, el uso de ciertas aplicaciones y recursos digitales puede ayudar al escritor en cualquiera de esas tres etapas. En particular, por lo que se refiere a la precomposición, la red ofrece una fuente excepcional de modelos y de ideas en las que inspirarse. Y además ofrece una plataforma documental incomparable: ¡qué sería de nosotros sin los buscadores y las enciclopedias digitales!
Además –y para lo que aquí más nos interesa–, la posibilidad de interconectar mediante el hipertexto documentos digitales previamente hallados en la red multiplica las posibilidades documentales de la escritura. Esta posibilidad documental se convierte, de hecho, en un requisito para una redacción digital avanzada: como veremos en una próxima unidad, enlazar bien la información es un aspecto clave y tiene su técnica.
Incorporar mediante el hipertexto documentación digital a nuestros textos aporta, además, credibilidad. En la medida en que le facilitamos al lector la posibilidad de comprobar por sí mismo en fuentes originales lo que le contamos, nuestras palabras ganan crédito. Los enlaces, en definitiva, además de aportar documentación, sirven para convencer.
La etapa inicial de documentación nos permite recopilar los datos y testimonios necesarios para elaborar nuestro texto. Son los ladrillos con los que levantaremos nuestro muro. Sin embargo, no toda documentación puede incluirse en un texto. Realizar esa labor de criba es imprescindible. Se suele decir, con razón, que internet no tiene límite de espacio; en consecuencia, quizá te despreocupes y pienses que puedes recoger todos –absolutamente todos– los datos en tu texto. Sería un grave error. El hecho de que la red permita publicar contenidos sin límite no significa que los lectores estén dispuestos a leer todo cuanto se les ofrece. Medir cuánta documentación se aporta y jerarquizar bien la información es imprescindible tanto fuera como dentro de internet.
Para conseguir esa correcta selección y jerarquización de los datos de tu texto, deberás reflexionar sobre cuáles son los elementos informativos fundamentales que deseas comunicar. Para esta labor de precomposición textual, cuentas con dos técnicas especialmente útiles: la regla de las cinco uves dobles y la tormenta de ideas.
3.2. Regla de las cinco uves dobles y tormenta de ideas
La regla de las cinco uves dobles (5W) es, probablemente, la primera técnica redaccional que se enseña a todo aprendiz de periodista. Consiste en responder en el texto a seis preguntas esenciales: quién, qué, dónde, cuándo, cómo y por qué. Es decir, contestar a preguntas como por ejemplo:
- ¿Quién es el protagonista de tu texto? ¿A quién afecta lo que explicas en él? A partir de lo que relatas, ¿quién debería actuar?
- Si tu texto es una narración, ¿qué ha ocurrido? Si es una solicitud, ¿qué deseas? Si es una propuesta, ¿qué propones?
- ¿Dónde ha ocurrido lo que explicas? ¿Dónde hay que tomar medidas?
- ¿Cuándo ha sucedido lo que cuentas? ¿Cuándo acaba el plazo de lo que propones?
- ¿Cómo ha ocurrido lo que relatas? ¿Cómo deseas que actúe tu lector? ¿Cómo se puede resolver el problema que describes?
- ¿Por qué han pasado los acontecimientos que relatas en tu texto? ¿Por qué cuentas lo que escribes?
Si te das cuenta, prácticamente cualquier texto profesional necesita responder a este tipo de preguntas. Por eso, si buscas respuesta a estas preguntas antes de comenzar a escribir tu texto, no olvidarás elementos informativos esenciales y podrás resolver tu tarea de escritura con rapidez y eficiencia.
De hecho, las cinco uves dobles pueden prestarte otra ayuda cuando se trata de escribir en internet: puedes aprovecharlas como herramienta para la organización hipertextual. Si pretendes fragmentar tu texto en diversas páginas –en la terminología teórica del hipertexto se las denomina nodos o lexias–, las cinco uves dobles pueden servirte como forma de distribuir la información de manera coherente. Así, por ejemplo, una vez resumidos en la página inicial los aspectos esenciales de la información que deseas comunicar, puedes ampliar a voluntad en otras páginas de segundo nivel detalles sobre el quién, qué, dónde, cuándo, cómo y/o por qué de la información.
A semejanza de la técnica de las cinco uves dobles, la tormenta de ideas permite descubrir aspectos informativos relevantes de una manera sencilla y productiva. La tormenta de ideas consiste en anotar con rapidez todos aquellos conceptos y pensamientos que acuden a la mente a propósito de un tema. Esa anotación puede hacerse bien en forma de listado o bien mediante un mapa conceptual cuyo centro está ocupado por el concepto que deseamos desarrollar.
Este mapa conceptual, además de servir para el descubrimiento y desarrollo de ideas relacionadas con el tema, tiene la ventaja añadida de servir como referencia para la estructuración hipertextual definitiva.
Una vez que se dispone de la materia prima informativa y se han detectado los elementos informativos esenciales, llega el momento de darles forma.
3.3. Estrategias de planificación textual
Hay cinco procedimientos principales para la planificación de los textos, que fueron descritos en 1993 por un profesor llamado Daniel Chandler. Él hablaba de cinco estrategias de escritura: la arquitectónica, la de enladrillado, la de pintura al óleo,  la de acuarela y la mixta.
  • Estrategia arquitéctónica («architectural strategy»): corresponde a los escritores que siguen un proceso sistemático de redacción, que distingue y respeta de forma consecutiva las etapas de planificación, redacción y revisión.
  • Estrategia de enladrillado («bricklayering strategy»): es la de los escritores que escriben frase a frase, y párrafo a párrafo. Son autores que, antes de seguir adelante, revisan varias veces cada línea que acaban de escribir hasta cerciorarse de su perfección. Así, actúan como un albañil que, antes de colocar su próximo ladrilo, se asegura de que el anterior ha quedado perfectamente asentado.
  • Estrategia de pintura al óleo («oil painting strategy»): corresponde a los escritores que acostumbran a escribir sus textos en sucesivas «manos». Cuando se pinta al óleo es preciso que la mano anterior se haya secado antes de añadir nuevos colores. De un modo análogo, el escritor que responde a este patrón compositivo elabora inicialmente un borrador general de todo su escrito que, más tarde, pule y completa en sucesivas revisiones.
  • Estrategia de acuarela («water-colour strategy»): la pintura con acuarelas, a diferencia de la pintura al óleo, obliga a sopesar cada pincelada, pues aquello que se pinta ya no puede ser borrado. Por eso suele ser una pintura más ágil, que se resuelve en pocas pinceladas. De forma similar, el escritor que actúa conforme a este modelo de composición pretende obtener una versión definitiva a la primera, con mínimas revisiones.
  • Estrategias mixtas («mixed strategies»). Las estrategias mixtas, obviamente, son aquellas que resultan de combinar dos o más de las estrategias ya descritas. Esto puede ocurrir en un mismo escrito o bien, más comúnmente, en diferentes textos elaborados por un mismo autor.
 
3.4. Del texto al hipertexto: estructuras
¿Qué importancia tienen las estrategias descritas por Chandler en la redacción digital? Más de la que parece. La composición de un texto digital rico en elementos hipertextuales, interactivos y multimedia difícilmente puede ser resultado de la improvisación. Elaborar piezas con diversos itinerarios narrativos, abiertas a la participación del lector y donde se combinen textos, imágenes y sonidos, no es algo que se pueda hacer de manera espontánea.
Si deseas profundizar en las posibilidades hipertextuales, necesitarás recurrir probablemente a formas de composición más reposadas y sistematizadas. En particular, a la estrategia arquitectónica. No por casualidad, a los editores de contenidos para medios digitales se les ha comenzado a denominar «arquitectos de la información».
Un hipertexto es un conjunto de nodos de información vinculados entre sí. Es, por tanto, un agregado de fragmentos autónomos que el usuario puede consumir de manera absoluta o parcial, y en un orden tanto predeterminado como libre. Los fragmentos o nodos hipertextuales pueden disponerse, además, en un único nivel superficial, o bien organizarse en varios niveles de profundidad. Salta a la vista que tal complejidad estructural requiere del escritor de hipertextos una sopesada planificación para evitar que el usuario se desoriente. El escritor de hipertextos debe, por tanto, tener dotes de arquitecto.
La planificación hipertextual se realiza básicamente de dos maneras: en primer lugar, estratificando las páginas o nodos de información y, en segundo, organizando los flujos o itinerarios entre páginas por las que habrá de moverse el futuro lector. Siguiendo la metáfora del arquitecto, esto obliga a distribuir las estancias del edificio en distintos pisos y, además, obliga a diseñar pasillos, escaleras y pasarelas que conecten esas estancias entre sí.
Cuando un escritor idea un hipertexto debe elaborar un mapa en el que queden representadas todas sus páginas. Esas páginas o nodos, además, se representarán de manera jerárquica, mostrando las relaciones de yuxtaposición y/o subordinación respecto de otros nodos. De esta manera, el autor del hipertexto puede determinar qué tipo de contenidos deben incluirse en cada nodo y cuál es su lugar idóneo en el conjunto.
Las estructuras hipertextuales básicas son dos: la lineales (o axiales, es decir, que respetan un eje) y las reticulares (que tienen forma de red).
Las estructuras lineales son aquellas que organizan el discurso siguiendo un eje principal. En ellas, el autor marca un itinerario definido de lectura, que respeta un orden episódico o consecutivo.
Estas estructuras lineales pueden tener una o varias líneas. Cuando tienen una sola línea, estamos ante una estructura unilineal:

Si la estructura propone varias líneas nos encontramos, obviamente, ante una estructura multilineal:

Las estructuras multilineales pueden ser, a su vez, de dos tipos: jerárquicas (también se denominan arbóreas) y paralelas.


 
Finalmente, al margen de las diversas estructuras lineales, se encuentran las estructuras reticulares. Adoptan este nombre porque están tejidas en forma de red y, por tanto, en ellas no hay un punto de partida ni un final definidos: es el propio lector quien crea su propio itinerario de navegación.

Vídeo 3.2 Arquitectura de hipertextos II. Francisco Javier Cervigon Ruckauer


Módulo 3: Técnicas de redacción en internet (1): arquitectura de hipertextos. Francisco Javier Cervigon Ruckauer

Vídeo 3.1

Arquitectura de hipertextos I

Recursos de la red útiles para escritores. Francisco Javier Cervigon Ruckauer

En esta unidad conoceremos diversos recursos de la red útiles para escritores. Veremos distintas herramientas que, usadas con acierto, te permitirán mejorar tanto tu proceso de escritura como su resultado.
Prepara tu navegador, porque tendrás que explorar varios sitios web.
 
2.1. Procesadores de textos
Casi con toda seguridad, ya dispondrás en tu ordenador de algún programa para la redacción. Cualquier sistema operativo incluye como mínimo una aplicación básica, pero es muy probable que dispongas de programas más avanzados. Los hay de pago, pero también gratuitos. Asimismo, los hay en forma de aplicaciones de escritorio o como procesadores de texto en red.
Entre los programas gratuitos de escritorio, probablemente el más completo sea el de la suite ofimática OpenOffice:
Entre los procesadores de texto en la red, el más popular es el de Google. Ten en cuenta que, este recurso, además de ofrecerte las principales posibilidades de cualquier procesador de textos, te ofrece dos características muy útiles ara determinadas circunstancias: 1) permite archivar los documentos en la propia red y 2) admite la escritura colaborativa de documentos por parte de varios usuarios.
 
2.2. Correctores automáticos
Otra herramienta útil para los escritores son los correctores automáticos. Te permiten localizar palabras en las que has olvidado alguna letra o que no concuerdan gramaticalmente con la frase donde están insertas. Sin embargo, ¡cuidado!, porque estos correctores son muy traicioneros. El idioma español esconde muchos términos homófonos –es decir, palabras que suenan igual pero se escriben de diferente manera. Me refiero a expresiones como “acerca” y “ a cerca”, “basto” (con B) y “vasto” (con V)… Hay infinidad de casos parecidos en los que solo tu adecuado conocimiento ortográfico te permitirá evitar el error. En esos casos, jamás te fíes de un corrector automático.
Los procesadores de textos suelen llevar incorporada su propia herramienta de corrección automática. Sin embargo, también los hay en la red. Prueba, por ejemplo, este:
 
2.3. Diccionarios
Otro recurso imprescindible para cualquier escritor es un buen diccionario. Quienes escribimos en español, tenemos dos imprescindibles, elaborados ambos por la Real Academia Española.
El primero es, por supuesto, el Diccionario de la Real Academia Española, la principal obra de referencia para todos los hispanohablantes.

Ten presente, además, que puedes consultar cualquier palabra de forma sencilla. Basta con escribir esto:
drae22.rae.es/<palabra que deseas consultar>
El segundo es algo más especializado. Se trata del Diccionario Panhispánico de Dudas y, como su nombre indica, en él podemos resolver duda léxicas sobre términos de uso poco claro para muchos hablantes y también sobre neologismos.
Si esos diccionarios no te bastan, no dejes de echar un vistazo a este listado:
 
2.4. Sinónimos
¿Cuántas veces has sufrido mientras escribes por tener un término en la punta de la lengua que no termina de salirte? Para evitar esa incómoda sensación y dar variedad léxica a tus textos, te ayudarán los diccionarios de sinónimos. Los buenos procesadores de textos suelen incluir este tipo de recursos pero si no lo tienes, o el que tienes no te convence del todo, puedes probar también con herramientas en la red. Mira esta, por ejemplo:
 
2.5. Glosarios
Otro buen recurso para enriquecer tu léxico son los glosarios. Un glosario es un amplio listado de términos y expresiones relacionados con alguna disciplina. Por eso, es especialmente útil cuando escribimos sobre algún asunto especializado. En esos casos, necesitamos manejar la terminología de esa disciplina. En ese esfuerzo por alcanzar una máxima precisión, viene bien tener a mano algún glosario sobre esa materia.
Hay muchos glosarios en la red: unos más amplios, otros más limitados; unos más especializados, otros más generales.
Este seguro que te resultará simpático: es un glosario sobre expresiones coloquiales.
 
2.6. Traductores
Muchas veces, la terminología especializada que debemos emplear en nuestros escrito ni siquiera está en nuestro idioma. En esos casos, nos vemos obligados a manejarnos con términos y texto completos en otras lenguas. Lo mejor, por supuesto, es aprender a fondo esas lenguas extranjeras, pero, en cualquier caso, siempre te vendrá bien tener a mano traductores automáticos. Ten presente, sin embargo, que estas herramientas fallan mucho, así que mejor si no te confías.
Aquí tienes algunos útiles traductores automáticos en la red:
 
2.7. Libros de estilo
Muchos medios de comunicación e, incluso, algunas organizaciones disponen de los “libros” o “manuales” de estilo. Estas publicaciones suelen tener dos partes principales: la primera son normas de actuación para los profesionales de esas organizaciones. Esta parte, en principio, no nos interesa como escritores. La segunda parte, en cambio, sí que nos puede resultar muy útil: en ella, los manuales de estilo aclaran usos léxicos y proporcionan orientaciones para evitar errores de expresión.
Aquí tienes algunos utilísimos para cualquier escritor hispano en la red:


2.8. Portales de recursos para escritores
Si todos los recursos que te he mostrado hasta ahora te parecen pocos, tranquilo, porque hay más. En este caso, te animo a que los explores por tu cuenta, en función de tus gustos y necesidades.
En español disponemos de un formidable portal para hallar prácticamente cualquier tipo de recurso relacionado con el buen uso de nuestra lengua. Es este:
 
2.9. Sistemas de medición de la legibilidad
Finalmente, y aunque no los menciono en el vídeo de esta unidad, te hablaré sobre un último recurso digital que te servirá para evaluar el nivel de claridad de tus textos. Me refiero a los sistemas de medición de la legibilidad.
¿En qué consisten? Para entenderlo, debemos aclarar en primer lugar qué entendemos por legibilidad.
De un tiempo a esta parte, las pantallas de los dispositivos digitales han mejorado sustancialmente sus prestaciones. Su alta resolución gráfica permite distinguir detalles cada vez más diminutos. Han optimizado asimismo los sistemas de definición del color y han diversificado las tipografías, adaptándolas a formatos de pantalla minúsculos. Todas estas mejoras se han centrado en perfeccionar la legibilidad técnica de los dispositivos digitales, y a fe que lo están consiguiendo.
Ahora bien, cuando se trata de mostrar nuestros textos en internet, esta mejora de las condiciones técnicas para la lectura, aunque necesaria, no es suficiente. Para que nuestros textos sean legibles no basta con que sus letras se distingan con claridad. Es preciso, además, que su composición discursiva sea acertada. Y es en este terreno donde inciden los sistemas de medición de la legibilidad..
Los anglosajones distinguen dos conceptos: «legibility» y «readability». No es fácil discriminar ambos términos en español, pues en nuestro idioma empleamos una única palabra para designar los dos conceptos: «legibilidad». En inglés, en cambio, ambos términos guardan una diferencia sutil pero importante. La legibility alude a los aspectos formales de la lectura, como el contraste de las letras, su tamaño o el interlineado. Se refiere, en suma, a todos esos elementos técnicos que mejoran la presentación gráfica de un texto y lo hacen más fácil de leer. La readability, en cambio, alude a rasgos internos del texto: a elementos como su organización discursiva, la sintaxis, o la claridad y precisión léxicas. En definitiva, si la legibility apunta hacia la comodidad de visión, la readability se centra en la facilidad de comprensión.
Los desarrolladores de tecnologías y los diseñadores, cada uno en su faceta, se han ocupado en los últimos años de mejorar lalegibility de los textos en los medios periodísticos digitales. Sin embargo, esas mejoras no han ido acompañadas de un avance paralelo en el segundo pilar: la claridad en la escritura. Compete a los escritores en internet ocuparse de esa segunda faceta, lareadability de los textos. Ninguna máquina nos eximirá de redactar textos claros, ordenados y atractivos.
Por desgracia, basta con dar un rápido repaso a cualquier página web para hallar una antología de textos descuidados, imprecisos y obtusos. Ciertas páginas están escritas de modo tan farragoso que parecen sudokus.
Pulir esas deficiencias supone un esfuerzo de años. El único modo eficaz que se conoce para aprender a escribir bien es… leer. Y ejercitarse en la escritura, claro. Sin esos dos requisitos previos, no habrá sistema ni herramienta que te permita mejorar en tu escritura.
Ahora bien, a medida que avances en ese esfuerzo, puedes medir tus progresos con recursos digitales que evalúan la legibilidad –entendida como readability– de tus textos; es decir, herramientas que ponderan tu capacidad de expresarte con síntesis, precisión y orden.
En el siglo XX se propuso un sistema para eso: el Fog Index o índice de complejidad de Gunning.
¿Qué es? En 1952, un empresario americano llamado Robert Gunning propuso una fórmula matemática que, supuestamente, permitiría medir la legibilidad de los textos en inglés. Se trata de un algoritmo –es decir, de una secuencia de operaciones matemáticas– que mide el nivel de complejidad sintáctica de un texto. Según el índice de Gunning, cuanto más cortas sean las frases y más sencillas las palabras, la facilidad para comprender un texto aumentará. Y viceversa: si se escribe con frases muy largas y palabras extrañas, la dificultad para entender un texto se multiplica. Por eso, Gunning resolvió denominar a su sistema Fog Index (como sabes, el término inglés «fog» significa ‘niebla’ o, de manera más genérica, también ‘confusión’). El índice de Gunning mide, por tanto, el nivel de complejidad de un texto.
Este índice está pensado para la lengua inglesa, cuya estructura sintáctica tiende a ser más sencilla que la del español. Así y todo, nos puede servir para calibrar la claridad de nuestros textos.
Te propongo un ejercicio para completar esta unidad: ve a la web que te indico a continuación y pega un texto que hayas escrito. Mide su índice de complejidad y, a continuación, reescribe ese texto tratando de aclarar su expresión sin reducir el contenido. El objetivo es que, sin perder densidad de contenido, seas capaz de decir lo mismo con menos palabras y de más orden.
Esta es la página donde podrás medir el nivel de legibilidad de tus textos, conforme al índice de Gunning: 
Si este índice no te convence –como he dicho, es especialmente cuestionable su validez para idiomas que no sean el inglés–, te animo al menos a que evalúes la extensión media de tus frases y párrafos con esta otra herramienta:

Vídeo 2.3 Recursos para mejorar la redacción en internet III. Francisco Javier Cervigon Ruckauer

Vídeo 2.2 Recursos para mejorar la redacción en internet II. Francisco Javier Cervigon Ruckauer

Módulo 2: Vídeo 2.1 Recursos para mejorar la redacción en internet I. Francisco Javier Cervigon Ruckauer

Material 1.2 Hipertextualidad, Interactividad y multimedialidad. Francisco Javier Cervigon Ruckauer

Si a principios de los años 1990 alguien nos hubiera dicho que nuestra escritura en el futuro sería hipertextual, interactiva y multimedia, habríamos pensado que a nuestro interlocutor –al igual que a Don Quijote– se le había esponjado el cerebro por leer demasiadas novelas de ciencia ficción.
Y, sin embargo, aquí estamos: solo dos décadas después, esos rasgos se han convertido en elementos cada vez más habituales para cualquier profesional que publica en internet. Porque todos hemos aprendido que un texto en internet puede ser enriquecido con diversos recursos que no estaban al alcance de los escritores hace apenas 25 años.
Esas claves, ya lo hemos dicho, son tres: la hipertextualidad, la interactividad y la multimedialidad. Las veremos una por una.
Para ser exactos, habría que matizar que esos tres rasgos ya estaban presentes en otras plataformas comunicativas anteriores a internet. La hipertextualidad, la multimedialidad y la interactividad no son privativas del ciberespacio. Podemos hallar manifestaciones de todos esos fundamentos comunicativos en otros medios tan alejados de los digitales como… un simple periódico impreso.
Piénselo un momento. Un diario es un medio con rasgos hipertextuales: al fin y al cabo, «enlaza» unos textos con otros (¿acaso leyendas como “sigue en página #” no cumplen la función de hipervínculos?). Un periódico también es multimedia (combina textos e imágenes) e interactivo (admite cartas al director, por ejemplo). En esencia, por tanto, un diario impreso es un medio con esos tres rasgos comunicativos. Y no es el único medio tradicional que los integra.
La diferencia en el caso de internet no es tanto de cualidad como de intensidad. El ciberespacio permite desplegar de modo mucho más rico que otros medios anteriores las posibilidades hipertextuales, interactivas y multimedia. Otra cosa es que, por su corta historia, la exploración de esas posibilidades por parte de los medios digitales sea todavía modesta.
Sin embargo, para que los escritores avancen en esa exploración creativa de nuevos lenguajes, primero deben hacerse cargo de los ingredientes que pueden combinar.  A ello dedicaremos las próximas páginas. Profundizaremos en los conceptos de hipertextualidad, interactividad y multimedialidad.

1.2.1. Hipertextualidad
Habitualmente asociamos el concepto de hipertexto a contenidos de las redes digitales. Lo vinculamos a navegar y para eso, pensamos, son imprescindibles los enlaces. Por tanto, en principio estamos a inclinados a pensar que no hay hipertexto fuera de internet. ¿Seguro?
Sin embargo, si lo pensamos dos veces, nos daremos cuenta de que, sin ir más lejos, un simple periódico tiene, de hecho, algunos rasgos hipertextuales. Su estructura editorial, por ejemplo, se basa en secciones donde la información se ordena de manera no consecutiva. Esas secciones y los titulares permiten «navegar» el periódico de un punto a otro. 
Si no lo ves claro todavía, piénsalo un momento. Un diario es, ciertamente, un medio con rasgos hipertextuales: al fin y al cabo, «enlaza» unos textos con otros (¿acaso leyendas como “este artículo sigue en la página #” no cumplen la función de hipervínculos?).
La diferencia hipertextual de internet con el periódico no es tanto de cualidad como de intensidad. El ciberespacio permite desplegar de modo mucho más rico que otros medios anteriores las posibilidades hipertextuales, interactivas y multimedia. Otra cosa es que, por su corta historia, la exploración de esas posibilidades por parte de los medios digitales sea todavía modesta. Pero es simple cuestión de tiempo: ya verás cómo en los próximos años se producen importantes novedades en el uso creativo de esos recursos.
Esto nos muestra cómo, en efecto, podemos entender el hipertexto desde dos puntos de vista: uno tecnológico y otro narrativo. Los periódicos impresos (así como los informes, las enciclopedias, los textos legales y todos los demás documentos extensos que existen en papel) no son hipertextuales desde el punto de vista tecnológico, pero sí lo son desde el punto de vista narrativo. Su estructura sí responde a una organización hipertextual.
De hecho, hay ejemplos literarios que tienen una concepción claramente hipertextual. Pensemos en la novela «Rayuela», por ejemplo. Fue publicada por el narrador argentino Julio Cortázar en 1963. Es decir, años antes de que se hicieran los primeros experimentos de redes digitales.
¿Cuál es la peculiaridad de «Rayuela»? Leamos su arranque:
Tablero de dirección
A su manera este libro es muchos libros, pero sobre todo es dos libros. El lector queda invitado a elegir una de las dos posibilidades siguientes:
El primer libro se deja leer en la forma corriente, y termina en el capítulo 56, al pie del cual hay tres vistosas estrellitas que equivalen a la palabra Fin. Por consiguiente, el lector prescindirá sin remordimientos de lo que sigue.
El segundo libro se deja leer empezando por el capítulo 73 y siguiendo luego en el orden que se indica al pie de cada capítulo. En caso de confusión u olvido, bastará consultar la lista siguiente: 73 - 1 - 2 - 116 (…)
¿No es esto algo muy parecido a lo que nos permiten hacer las publicaciones digitales de nuestros días? ¿Acaso Cortázar no escribió su novela utilizando algo que hoy sin duda llamaríamos «enlaces»?
El concepto teórico del hipertexto no lo acuñó, sin embargo, ningún novelista. La paternidad del término se atribuye al pionero norteamericano de las tecnologías de la información Ted Nelson. En los años 60 este visionario acuñó el término ‘hypertext’ en uno de sus artículos, y lo utilizó para describir precisamente un sistema en el que los usuarios pudieran desplazarse libremente por un entorno de texto, imágenes y sonidos.
Antes que el propio Nelson, en 1945 el también estadounidense Vannevar Bush inventó el Memex –término que surge de la contracción de dos palabras: “Memory Expander”-. Este artilugio tecnológico fue, en su estructura y concepción, un anticipo de la actual World Wide Web. Asimismo, un texto del propio Bush, titulado “As We May Think” (‘Cómo podríamos pensar’ [disponible en la bibliografía complementaria]), está considerado la propuesta fundacional del hipertexto como concepto. Te animo a leerlo para entender a fondo toda esta unidad.
En todo caso, y más allá de esos conceptos teóricos originales, lo que nos importa es que hoy día el hipertexto nos permite enriquecer nuestros textos de dos maneras.
En primer lugar, aportando una tercera dimensión de profundidad gracias a los enlaces. Un enlace insertado en un texto es, en efecto, una puerta que permite acceder al lector a un contenido más profundo. Por eso hablo de tres dimensiones: porque a la anchura y la altura del texto se le suma una tercera dimensión de profundidad.
El segundo gran aporte del hipertexto a la escritura es la posibilidad de estructurar los textos de manera no lineal, permitiendo que sea el lector quien determine el itinerario de lectura. Jorge Luis Borges, en su cuento titulado “El jardín de senderos que se bifurcan” (1941), ya vislumbró esta idea: la de que es el lector quien, con sus decisiones de dirigirse por un lado o por otro, construye su propio camino. En un hipertexto, el autor propone caminos posibles, pero es el lector quien finalmente dispone cuál es el camino que recorrerá.
Textos de tres dimensiones y múltiples caminos: esto es lo que aporta el hipertexto a nuestra escritura.
Lecturas complementarias
a) Conceptos clave
Hipertexto - Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Hipertexto
b) Ejemplos de relatos con rasgos hipertextuales
Borges, Jorge Luis  (1941) “El jardín de los senderos que se bifurcan”, Ficciones, pp. 43-48. Disponible en:http://www.aldevara.es/download/Ficciones_%20JorgeLuisBorges.pdf
c) Textos complementarios de otros autores
Bosco, Roberta & Caldana, Stefano (2013) “Cortázar y la génesis del hipertexto”, Blog El Arte en la Edad del Silicio,ElPais.com, 10 julio. Disponible en: http://blogs.elpais.com/arte-en-la-edad-silicio/2013/07/cortazar-y-la-genesis-del-hipertexto.html
Bush, Vannevar (1945) “Cómo podríamos pensar”. Disponible en: http://biblioweb.sindominio.net/pensamiento/vbush-es.html
d) Textos  complementarios del profesor
(2005) “Hipertexto periodístico: mito y realidad”, Trípodos. 2005. Vol. Extra 2005. pp. 517-524. Disponible en: http://dspace.unav.es/dspace/handle/10171/5095
(1999) “De la pirámide invertida al hipertexto: hacia nuevos estándares de redacción para los periódicos digitales”, Novática, 142, noviembre-diciembre 1999: 12-15. Disponible en:http://dspace.unav.es/dspace/handle/10171/5186
(2005) “Hipertextualidad”. Redacción periodística en internet. Pamplona: Eunsa, pp. 28-32 (ISBN: 84-313-2259-4). No disponible en internet.
(2005) “Estructura del texto informativo en ciberespacio”. Redacción periodística en internet. Pamplona: Eunsa, pp. 99-122 (ISBN: 84-313-2259-4). No disponible en internet.
(2003) “Hipertexto periodístico: teoría y modelos”. Manual de redacción ciberperiodística. Barcelona: Ariel, pp. 81-139 (ISBN: 84-344-1297-7). No disponible en internet.

1.2.2. Interactividad
El segundo gran ingrediente de la escritura en los entornos digitales es la interactividad. Podemos definir este concepto como la capacidad de un sistema para que cualquiera de sus actores actúe sobre el propio sistema y sobre los demás actores.
La interactividad en internet puede tener tres grados: selección, personalización y participación.
La interactividad de selección se da cuando el usuario posee únicamente una capacidad electiva ante la información. Es decir, puede elegir qué ve, pero no tiene capacidad para personalizar lo que ve. Se trata, por tanto, de un tipo de consumo pasivo. El modelo más común es el que se practica ante la televisión: el televidente tiene capacidad para elegir un canal, pero no puede organizar los contenidos de ese canal a su antojo.
Esa capacidad llega con el segundo grado: la personalización. En este nivel de interactividad, el usuario puede elegir cómo se le presenta el contenido. La navegación en un sitio web es una modalidad de esa personalización: el usuario puede determinar cuál es su itinerario de lectura y no se somete a ningún itinerario predefinido.
El tercer grado de la interactividad es la participación. Se trata del nivel superior. En él, el usuario no se limita a elegir qué ve y cómo lo ve, sino que asume también un rol interlocutor. El usuario deja de ser, por tanto, un simple receptor de información y se convierte también en emisor.
Podría pensarse que, a diferencia del hipertexto, que está íntimamente ligado a la escritura, la interactividad en cambio no lo está. Pero no es así. Cuando escribimos en la red debemos ser conscientes de que siempre lo hacemos para alguien. Y, por tanto, en muchos casos convendrá incluir en nuestros textos distintos elementos que favorezcan la respuesta activa por parte de los destinatarios.
Lecturas complementarias
a) Conceptos clave
Multimedia - Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Multimedia
Hipermedia - Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Hipermedia
b) Textos  complementarios del profesor
(2001) “Aproximación al concepto de multimedia desde los planos comunicativo e instrumental”,Estudios sobre el mensaje periodístico, 7, Universidad Complutense, Madrid, 2001: 383-395. Disponible en:http://dspace.unav.es/dspace/handle/10171/5068
(2005) “Interactividad”. Redacción periodística en internet. Pamplona: Eunsa, pp. 34-37 (ISBN: 84-313-2259-4). No disponible en internet.

1.2.3. Multimedialidad
El tercer y último ingrediente de la escritura en las redes digitales es la multimedialidad. Se trata de un concepto muy popular y aparentemente conocido. Estamos constantemente escuchando el término multimedia: dispositivos multimedia, contenidos multimedia, servicios multimedia… Pero, ¿qué significa exactamente? ¿Sabrías definirlo?
El adjetivo ‘multimedia’ es uno de los más empleados en el ámbito de las tecnologías digitales. Lo comprobamos en todo momento. Hoy día, prácticamente cualquier nuevo dispositivo digital, aplicación informática o contenido difundido en internet suele ir acompañado de ese término. Todo es multimedia.
Concretamente en el ámbito de los medios, esta etiqueta suele ser empleada para definir realidades bien diferentes entre sí. Conviene, por tanto, estar atento a los matices. La hallamos, por ejemplo, en expresiones tan habituales como ‘redacción multimedia’, ‘periodista multimedia’ o ‘información multimedia’. Pero, ¿acaso significa lo mismo en todos los casos? Salta a la vista que no.
En el primer caso, cuando hablamos de ‘empresas periodísticas multimedia’, nos referimos a organizaciones que se caracterizan por coordinar la actividad de distintos medios de manera unificada. En este caso, el adjetivo ‘multimedia’ alude a la multiplicidad de medios de comunicación.
En el segundo caso, expresiones como ‘periodista multimedia’ apuntan hacia una concepción de la multimedialidad como polivalencia funcional o, si se prefiere un término más coloquial, la multitarea. Aquí el término multimedia no trataría tanto de señalar la multiplicidad de medios, como la versatilidad a la hora de producir contenidos para cualquier plataforma. Frente a los periodistas de antaño que con frecuencia se centraban en una única función (bien redactar, diseñar, fotografiar, grabar o lo que correspondiera), los modernos ‘periodistas multimedia’ se caracterizarían por asumir varias de esas disciplinas. No abundaremos aquí en la mayor o menor conveniencia de este modelo polivalente de periodista, pues esa es harina de otro costal. Nos interesa apenas constatar el uso del apelativo ‘multimedia’ aplicado a ciertos profesionales de la información, y su especial significado en ese contexto.
Finalmente, la tercera acepción a la que hemos aludido más arriba es la que se emplea en expresiones como ‘información multimedia’. En este contexto, el adjetivo multimedia describe la combinación de distintos formatos comunicativos (texto, sonido, imagen, vídeo), puestos al servicio de un mensaje informativo. Esta tercera acepción es la que podemos denominar propiamente como multimedialidad.
Denominamos, por tanto, información multimedia a aquella pieza periodística digital que se compone de elementos textuales, gráficos, sonoros o audiovisuales. De hecho, para que una información pueda considerarse multimedia no es obligatorio que aparezcan todos esos formatos al mismo tiempo. En realidad, atendiendo a la literalidad del término multimedia, bastaría con que se combinaran al menos dos códigos (texto y fotos, por ejemplo). Al fin y al cabo, todo lo que no es monomedia es multimedia.
Conforme a esta concepción, hemos definido en publicaciones anteriores la multimedialidad como “la capacidad, otorgada por el soporte digital, de combinar en un solo mensaje al menos dos de los tres siguientes elementos: texto, imagen y sonido” (Salaverría, 2005: 32).
Sin embargo, quizá por el propósito de diferenciar ciertos contenidos digitales de otros productos informativos distribuidos por medios analógicos, en los cibermedios se suele calificar como ‘informaciones multimedia’ especialmente a aquellas piezas que integran contenidos en múltiples formatos, entre los que destacan especialmente los recursos gráficos y audiovisuales. En ese contexto, una información multimedia es, en suma, aquella que incluye de manera destacada elementos gráficos y audiovisuales, combinados en estructuras de navegación hipertextual relativamente complejas.
El prefijo “multi” indica una pluralidad y “media” se refiere a los medios o formatos. La pluralidad, como es bien sabido, comienza con dos: basta, por tanto, que un contenido sea “bimedia” para que lo califiquemos como “multimedia”. Y, ¿acaso un simple periódico de papel no es ya un objeto bimedia? Al fin y al cabo, integra texto e imágenes. Conforme a nuestra definición, por tanto, no solo la televisión e internet, sino incluso el propio periódico impreso son multimedia.
Si acaso, la peculiaridad de internet frente a los demás medios es que permite un mayor grado de multimedialidad. Sus características tecnológicas la hacen capaz de reproducir todo tipo de formatos textuales, sonoros y gráficos. Su diferencia respecto de medios anteriores no es, por tanto, de cualidad, sino de intensidad. Internet es más multimedia que otros medios anteriores.
De hecho, en internet podemos encontrar dos tipos de multimedialidad: por yuxtaposición y por integración (Salaverría, 2001: 388-390). ¿En qué consisten? Para explicarlo, es preciso recordar algunos conocimientos gramaticales que aprendimos en la escuela.
Como recordarás de aquella época, la yuxtaposición se refiere a aquellas cláusulas oracionales que se colocan una al lado de la otra, sin ningún tipo de conector. En este sentido, se dice que dos oraciones se yuxtaponen cuando las separa, por ejemplo, un simple signo de puntuación. Este rasgo distingue a la yuxtaposición de otras modalidades de conexión entre oraciones, como la coordinación y la subordinación. En estas últimas, la conexión sí se realiza mediante un elemento conjuntivo. En el caso de las oraciones coordinadas, las cláusulas oracionales de idéntico rango se conectan entre sí mediante conjunciones coordinantes (que pueden ser copulativas, adversativas, disyuntivas, explicativas o distributivas). En el caso de las oraciones subordinadas, se establece una relación jerárquica entre una oración principal y otra secundaria, y estas se conectan mediante diferentes tipos de conjunciones subordinantes (causales, consecutivas, concesivas, finales, condicionales, etc.).
Hemos refrescado estos conceptos gramaticales, porque se puede establecer una analogía entre esos conceptos y los mecanismos de estructuración de los contenidos multimedia. En efecto, la mayoría de las páginas web actuales casi siempre se construyen a partir de una yuxtaposición de los elementos multimedia (texto, foto, vídeo, audio, animaciones…). Es decir, esas páginas se articulan mediante la simple colocación de esos elementos uno al lado del otro. Piensa en tu experiencia personal al leer, por ejemplo, una noticia multimedia convencional en un diario digital: ¿verdad que el único modo de consumir esos elementos es uno detrás uno? ¿A qué no puedes prestar atención a todos ellos a la vez?
Ahora bien, poco a poco van apareciendo páginas web donde los elementos multimedia, en lugar de estar yuxtapuestos, se coordinan. Son páginas donde comenzamos a atisbar lo que he dado en llamar multimedialidad por integración. En este caso, nos referimos a aquel tipo de composición donde los elementos multimedia poseen una unidad de discurso y pueden incluso ser consumidos de manera simultánea. Se trata, en fin, de algo similar a lo que ocurrió con la cinematografía a partir de los años 1920, donde la imagen y el sonido pasaron a ser indisolubles. De manera parecida, en las páginas multimedia más vanguardistas, comenzamos a encontrar relatos donde el texto, las fotos, el vídeo, el sonido y las animaciones se presentan en una amalgama perfecta.
Si quieres entender bien a qué me refiero, visita este par de ejemplos de narrativa multimedia integrada:
  1. Snowfall – The Avalanche at Tunnel Creek, NYTimes.com.
  2. Firestorm: The story of the bushfire at Dunalley, The Guardian. 
Nuestro objetivo como escritores no es, por supuesto, alcanzar semejantes cotas de desarrollo multimedia. Pero sí que, al menos, tenemos el desafío de aprovechar las crecientes capacidades multimedia de internet para extraer el máximo provecho. Debemos aprender a coordinar el texto con los demás formatos sonoros y gráficos. Se trata, en definitiva, de aprender cuándo una imagen vale más que mil palabras, y cuándo un sonido es capaz de evocar más que mil imágenes.
Escribir bien en internet significa a seleccionar y utilizar con acierto todos los ingredientes comunicativos. En las próximas unidades, profundizaremos en las claves para conseguirlo.
Lecturas complementarias
a) Conceptos clave
Multimedia - Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Multimedia
Hipermedia - Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Hipermedia
b) Textos  complementarios del profesor
(2001) “Aproximación al concepto de multimedia desde los planos comunicativo e instrumental”,Estudios sobre el mensaje periodístico, 7, Universidad Complutense, Madrid, 2001: 383-395. Disponible en:http://dspace.unav.es/dspace/handle/10171/5068

(2005) “De la escritura textual a la composición multimedia”. Redacción periodística en internet.Pamplona: Eunsa, pp. 56-61 (ISBN: 84-313-2259-4). No disponible en internet.

Vídeo 1.2 Hipertextualidad, Interactividad y multimedialidad. Francisco Javier Cervigon Ruckauer

Vídeo 1.1 Introducción a los elementos de la redacción en internet. Francisco Javier Cervigon Ruckauer


Módulo 1: Elementos de la redacción en internet. Francisco Javier Cervigon Ruckauer

Introducción a los elementos de la redacción en internet. 
Hace unos años se decía que el tiempo de la palabra escrita tocaba a su fin. Que la televisión, los videojuegos y los contenidos audiovisuales estaban a punto de acabar con el texto. En el futuro, se vaticinaba, no sería necesario recurrir a la escritura, porque dispondríamos de alternativas audiovisuales mucho más eficaces y atractivas.
Eso se decía, pero… ¿Se han cumplido esos vaticinios? ¿Acaso todo es imagen y sonido en nuestros días? ¿De verdad alguien cree que el texto ha perdido toda su importancia?
Piensa en tu experiencia personal. Cuánto tiempo de cada día dedicas a leer textos de todo tipo: desde libros hasta breves mensajes de 140 caracteres, pasando por informes, reportajes periodísticos, mensajes publicitarios, correos electrónicos, prospectos de medicamentos… ¡Estamos rodeados de textos!
Y, lo que es más importante, además de leer mucho, ¡escribimos más que nunca!
En efecto, a raíz de la popularización de internet –uno de cada tres habitantes de la Tierra es usuario de la red– comunicar por escrito se ha convertido en una actividad constante.
En muchos casos, se trata de una actividad que no pasa de la esfera personal: mucha gente se limita a escribir correos electrónicos a sus familiares y amigos, o a compartir vivencias a través de las redes sociales. Sin embargo, muchos de los usuarios de internet recurren a la escritura en la red por motivos profesionales. Esas personas publican contenidos en sitios web, editan blogs, actualizan cuentas corporativas en redes sociales… Escriben, escriben, escriben.
Pues bien: si esto es así, parece claro que escribir bien es, en nuestros días, una cualidad básica para alcanzar el éxito profesional. La escritura es, cada vez con más frecuencia, nuestra carta de presentación ante los demás. La gente nos conoce en muchas ocasiones a través de lo que escribimos. Por eso, escribir con torpeza y descuido es una de las maneras más seguras de echarse piedras sobre el propio tejado.
El mejor currículum vitae, aquél que luce la más espectacular trayectoria profesional, puede quedar anulado por el efecto devastador de una simple falta de ortografía.
Es necesario insistir, por tanto, en la necesidad de cultivar las claves esenciales de la buena escritura. Debemos dominar la escritura con corrección, por supuesto. ¡Qué menos! Pero, además, tenemos que ser capaces de expresarnos con claridad, precisión, concisión. Debemos ser ordenados. Sencillos. Directos.
Esas son las claves generales, que siguen por supuesto vigentes también en la red: riqueza léxica, corrección ortográfica, orden sintáctico.
Sin embargo, en este curso no nos concentraremos en esos aspectos. Esas son claves generales que deben estar presentes en nuestra escritura con independencia del soporte que utilicemos. Nuestro objetivo en este curso es más específico: vamos a estudiar los fundamentos, características y técnicas de la redacción eficaz en internet.
En este sentido, viene bien reflexionar sobre el origen etimológico del término «redactar». Hoy día, el significado que asignamos a ese verbo es simplemente el de poner las cosas por escrito. Redactar es la tarea que lleva a cabo un redactor.
Pero, ¿sabes de dónde viene esa palabra? «Redactar» deriva del verbo latino «redigere». En su significado original, este verbo no se refería a la actividad que llevaban a cabo los escribas o  «redactores» durante la época del Imperio Romano. En realidad, con el verbo «redigere» los romanos se referían al acto de «compilar o poner en orden las cosas».
Por ejemplo, apilar leños en una hoguera era «redigere», puesto que suponía colocar elementos uno junto al otro de manera más ordenada. Con el paso del tiempo, en español ese concepto original de ordenación ha terminado siendo circunscrito únicamente a los textos: el antiguo «redigere» (nuestro actual «redactar») lo entendemos solo como el acto de poner en orden palabras en un texto.
Sin embargo, cuando llega internet las posibilidades expresivas se multiplican. Por sus características tecnológicas, la red es una plataforma que permite integrar distintos códigos comunicativos en un único mensaje. En efecto, podemos componer nuestros mensajes con textos, imágenes y sonidos simultáneamente.
Es decir, podemos «redactar» no solo con palabras, sino con una gran diversidad de elementos multimedia. El desafío consiste en articular con tino esos múltiples elementos. En el fondo, en la era de internet, un redactor recuerda un poco a esos malabaristas capaces de mantener dando vueltas en el aire varias bolas al mismo tiempo. Se trata de coordinar con acierto textos, imágenes y sonidos.
De hecho, así como aceptamos que existe una Gramática del texto, deberíamos entender también que existe una Gramática hipertextual y multimedia. En los textos convencionales –los que se componen de palabras y oraciones–, respetar las reglas gramaticales permite que su contenido sea inteligible y unívocamente entendido por cualquier hablante de ese idioma. De manera parecida, la Gramática hipertextual y multimedia es una nueva disciplina con una serie de reglas que, si se respetan, permitirán una acertada interpretación del mensaje por parte de los destinatarios.
Es en este terreno donde nos vamos a situar en este curso. Estudiaremos esas claves que hacen que un texto en la red funcione, que cumpla su objetivo de informar de manera clara, ordenada e interesante.
Pero para conseguirlo, debemos entender en primer lugar cuáles son esos fundamentos de la comunicación en las redes digitales.
La red se caracteriza por tres rasgos comunicativos esenciales. ¿Cuáles son? He aquí sus tres ingredientes: la red es hipertextual, interactiva y multimedia. Por tanto, nuestro siguiente paso será entender qué significan esos tres conceptos.
Para profundizar en ellos, pasa al segundo vídeo de esta primera unidad (vídeo 1.2).

Módulo 0. Presentación. Se muestran los conceptos y técnicas esenciales para una escritura eficaz en la red. Francisco Javier Cervigon Ruckauer

En el curso se explican los elementos teóricos fundamentales de la escritura en Internet: hipertextualidad, interactividad y multimedialidad. Se muestra cómo explotar esas posibilidades por parte de todo tipo de profesionales y se proporciona una galería de recursos de internet útiles para los escritores, tales como diccionarios, correctores o procesadores de texto en la red.                                 
Enseña técnicas para alcanzar una máxima eficiencia en la escritura para internet, con especial atención por la correcta composición de los enlaces hipertextuales y por la redacción orientada a los buscadores y aporta un elenco de plataformas digitales -blogs, microblogs y redes sociales- donde el estudiante podrá poner en práctica los conocimientos adquiridos en el curso.
 

En este curso se estudian los elementos teóricos fundamentales de la escritura en Internet. Francisco Javier Cervigon Ruckauer

En el curso se explican los elementos teóricos fundamentales de la escritura en Internet: hipertextualidad, interactividad y multimedialidad. Se muestra cómo explotar esas posibilidades por parte de todo tipo de profesionales y se proporciona una galería de recursos de internet útiles para los escritores, tales como diccionarios, correctores o procesadores de texto en la red.                                 
Enseña técnicas para alcanzar una máxima eficiencia en la escritura para internet, con especial atención por la correcta composición de los enlaces hipertextuales y por la redacción orientada a los buscadores y aporta un elenco de plataformas digitales -blogs, microblogs y redes sociales- donde el estudiante podrá poner en práctica los conocimientos adquiridos en el curso.
No se precisan conocimientos especialmente avanzados. Son suficientes unos conocimientos lingüísticos y gramaticales básicos y una mínima experiencia en la consulta o, preferiblemente, publicación en plataformas digitales (redes sociales, blogs, microblogs, etc.).